Parábamos en cualquier paraje bello que encontramos, comiendo en restaurantes pequeños y sin preocuparnos del alojamiento. Debimos hacerlo. Nos detuvimos en Santa Barbara, San Luis Obispo y San Francisco, disfrutando todas sus bellezas naturales. De San Francisco visitamos Santa Rosa, el Valle de Napa y llegamos a nuestro destino en la maravilla natural del geyser ubicado en una propiedad privada. Llegamos temprano y pasamos 3 horas disfrutando el chorro de agua que cada 15 minutos emerge de la tierra y se eleva a varios metros. Fue una experiencia maravillosa.
Para regresar a L.A., decidimos hacerlo por Sacramento, bordear el lago Tahoe y cruzar el gran bosque Yosemmittee, para visitar los gigantescos sequoias. Fue un viaje precioso. El problema fue que decidimos pasar la noche en medio del bosque. En vano buscamos alojamiento porque era tarde y los más cercanos no tenían vacantes. Decidimos quedarnos en nuestro nuevo Datsun en que viajábamos. Y esa si que fue una pesadilla agridulce: estabamos en el lugar mas bello de la costa Oeste de California, pretendiendo pasar la noche en el carro sin frazadas ni buenas jackets.
Ya imaginaran que en Octubre la temperatura en el bosque pudo ser de 10 o 15 grados centígrados. Estábamos rendidos de cansancio y no pudimos dormir del intenso frío que pasamos. Solo el temor de que nos apareciera un Oso por la noche, no nos permitió salir del carro más que para estirar un poco las piernas. Lo hicimos por algunos ratos y el precioso espectáculo de una noche llena de millones de estrellas era algo maravilloso de ver. Fue una verdadera pesadilla por el agrio frío que no nos dejó dormir, pero dulce experiencia de una noche en el bosque como nunca volvimos a tener. De vez en cuando hay que pecar de incivilizado para poder experimentar inolvidables momentos.