jueves, 9 de diciembre de 2010

! Ay Morena!

No es que las morenas lo persiguieran. Es que de cuando en cuando se cruzaba con una morenas que parecían hechas a perfección. Bueno, aunque no todas realmente tenían la misma apariencia, obviamente. La primera aparición era de virgen quinceañera. Tímida y grácil, sin malicia ni maquillajes. Algo diminuta pero parecía mezcla de moruna e india maya. El tiempo la desapareció, más bien un muchacho de Iowa, encantado del cabello color azabache se la llevó a las montañas nevadas de Colorado y las llanuras de Indiana. La segunda aparición era otra preciosa muñeca de 16 años. Tu dirías que te hubiera gustado verla a sus 21 años. El admirador de ella se quedó prendado de su natural porte. El intercambio de una hora fue el único. El tiempo la perdió para siempre y solo dejó su recuerdo estampado en una dirección. La tercera fue como el recuerdo de la morena del autobus que te hacía recordar a Sonia Braga en una vieja pelicula brasilera. Esbelta bien armada que hablaba con sus ojos y sus labios. Se la apropió un profesor que le prometió vida nueva en el sur. Nadie volvió a verla, pues se supo que toda su familia se había desparramado por varios estados de la Union Americana. La cuarta aparición fue mas anónima. El ébano claro de su piel contrataba con el ajustado y bello vestido de un tono ocre que le sentaba mejor que los trapitos de Naomi Campbell. Entró muy de mañana al restaurante donde el aprendiz de aventurero desayunaba cada día. Las miradas y las sonrisas se cruzaron y traspasaron corazones. Pura coincidencia: el hombre usaba una camisa de idéntico tono y color. Y fue todo, pues se perdió entre los callejones de una pequeña ciudad provinciana. La quinta era una de las mas preciosas adolecentes que parecen quisqueyanas. Era una mestiza de piel bronceada, ojos verde-amarillos y cabello semi rizado. Toda ella irradiaba dulzura, inocencia y belleza. Se supo que vivió en los suburbios de Florida, sin que el navegante jamas volviera a verla. La sexta, fue maestra, en sus 35 y sin compañia. Mas esbelta, elegante, pero con una humildad y dulzura que cautivaba. Tras dos años de amistad profunda, aquella soleada mañana llegaba despues de un año sin verse, solo para decir adios un diplomático, contaba que por fin había encontrado la compañia que buscaba..emigraría para encontrarse con la promesa de otro solitario...en las planicies de Texas. Años despues el navegante jubilado recordaría la cancion de las montañas mexicanas; "Ay morena, morenita mía, no te olvidaré," Casualmente se recordaba haberlas conocido a todas, por increíble coincidencia, por estos días, cuando en muchas ciudades de Indoamérica hispanisada se celebran lass festividades de la purisima y la virgen morena.. !Ah, diciembres de mil novecientos anteayer, "aquellos diciembres que nunca volveran" -segun los cantares colombianos.